martes, julio 11, 2006

La ocasión vale para que el mercado pudiera ofrecernos la mayor diversidad de productos nacionalistas: la camiseta, hasta para el perro, cuellos polares, gorras, silbatos, ropa interior, tutucas, sal fina, vasos, golosinas, tortas, etc.
Durante el mes que duró el Mundial no podía faltar en los hogares argentinos a los que les interesara ser patriotas, la bandera (obvio) y cualquiera de estos productos para alentar a los chicos de Pekerman.
Té de peperina acompañó este proceso, festejó los goles, aprovechó para pintarse, pero además intentó reflexionar ironizando acerca de la situación y los hábitos que se generaban en éste contexto.
Por eso salimos a la cancha, nosotras también, a regalar algunos textos acompañados de objetos que sirvieran para darnos cuenta que, además de los partidos, durante los mundiales ocurren otros acontecimientos.

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