martes, julio 11, 2006

De fútbol, mundiales y realidades

No. No sólo los jugadores son los que acaban exhaustos y agotados después de los partidos de la selección. Para los que los seguimos por la pantalla o la radio... es mucha tensión, mucha adrenalina, muchos, muchos nervios.
En frío a veces uno se pregunta porqué un “simple juego de 11 contra 11 corriendo atrás de una pelota” se convirtió en una práctica y un espectáculo increíblemente masivo y fue generando y activando a través de la historia tantos intereses encontrados, tanto movimiento económico, político, cultural y social a su alrededor: ¿qué tiene el fútbol para atraer semejante cantidad de gente y de lugares tan diferentes? ¿qué tiene como para que cuando la pelota comienza a rodar y el espectáculo se pone en marcha todo se paralice, todo se iguale y no exista nada más que eso? De manera aproximativa se podría decir que, además de la atracción propia del juego en sí y de su relativamente fácil y accesible aprendizaje, el fútbol a nivel de selecciones es de las pocas instancias, quizás la más importante, que permite poner en juego la identidad de los pueblos y hace factible su confrontación con otros en el plano simbólico. Se juega por la camiseta, por sus colores, los de nuestra bandera, por su honor y su respeto. Se siente que el equipo, una vez en la cancha, está representando algo propio de cada uno. Ellos juegan, nosotros jugamos con ellos.
Quizás por ello se pueda entender, en parte, que la gente se movilice en masa por el fútbol. Quizás por ello se pueda entender tanta expectativa, tanta pasión, tanto fervor puesto. Fervor que, para algunos (con una mirada a veces limitada a la mera comprensión racional), roza con estupidez. Porque mientras el mundial se pone en marcha, mientras la gente “está en otra”, “embobada”, los políticos aprovechan para subirse los sueldos y viáticos o tomar medidas impopulares, comerciantes y empresarios para subirnos los precios y así otros. Si nos enteramos, es de pasada, por comentarios aislados o titulares secundarios en la prensa.... Mientras, como bien canta Serrat, “vuelve (sigue) el pobre a su pobreza, vuelve (sigue) el rico en su riqueza”. Razones para afirmarlo tienen.
Nos movilizamos para ver un partido y festejar un triunfo. Poco lo hacemos para defender una idea, reclamar lo necesario, recordar nuestro pasado o el sufrimiento ajeno. Pero no se debería imputarle al fútbol toda esta indiferencia. Sería un análisis realmente cómodo y costumbrista. Tampoco debería subestimarse la amplitud y pluralidad de las manifestaciones populares que se viven con el fútbol. Hay en ellas una impronta propia de nuestra idiosincrasia para nada desechable. Pero sí sería interesante que tales expresiones no se limitaran al fútbol, que en estos tiempos no sea lo único que nos movilice y que nos importe. Lo dice un futbolero de alma, que casi no se perdió partidos de este mundial, también como autocrítica, y que, no por ello, va dejar de ver todos los partidos que pueda.

Franco Reyna- Estudiante de Historia. UNC.

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